LAS FIESTAS
Norberto Ismael Pannone
No hace mucho tiempo, me encontraba ofreciendo una conferencia en Buenos Aires. En la sala se hallaban reunidas cerca de 400 personas. En cierto momento, pedí a los asistentes que: todo aquél que fuera feliz, levantara la mano, por supuesto que nadie movió un dedo. Entonces, comprendí que cada uno, en su interior, podría estar atravesando algún tipo de infelicidad. Podrían algunos atravesar un duelo; una soledad; un desamor; una incomprensión; una ausencia; una enfermedad; una distancia; un enojo con su hermano, con sus padres o con sus hijos, algún rencor o resentimiento. Podría alguno estar padeciendo la falta de trabajo; la carencia de pan; alguna miseria en su familia; en sus amistades. Podría estar observando en estos días alguna silla vacía; la carga y el infortunio de la pobreza o el miedo que padecen aquellos que mucho dinero tienen y que por ello guardan el poder. Se que muchos estarán en guerra, en disputas, confabulando. Se que habrá demasiados niños con hambre, con sed, sin esperanzas.
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